Trastornos Fisiológicos

Los trastornos o desórdenes fisiológicos de las plantas Los trastornos o desórdenes fisiológicos de las plantas no son enfermedades, aunque los síntomas se parecen y están entre los problemas de las platas más habituales. El mal tiempo, como la sequía o las temperaturas muy bajas, pueden afectar a la salud de los tejidos, aunque los […]
desordenes fisiológicos de las plantas

Redacción: Silvana M

Actualizado: 26/01/2023

Los trastornos o desórdenes fisiológicos de las plantas

Los trastornos o desórdenes fisiológicos de las plantas no son enfermedades, aunque los síntomas se parecen y están entre los problemas de las platas más habituales.

El mal tiempo, como la sequía o las temperaturas muy bajas, pueden afectar a la salud de los tejidos, aunque los ejemplares maduros y resistentes suelen recuperarse en cuanto vuelven las condiciones más favorables.

Las plantas jóvenes o las plantadas recientemente son más vulnerables y habrá que vigilarlas de cerca. Su resistencia aumenta si se cultivan en un suelo y con una orientación adecuada.

desordenes fisiológicos de las plantas

¿Qué provoca los trastornos o desórdenes en las plantas?

Las plantas que parecen enfermas pero que realmente no están sufriendo un ataque, pueden estar sometidas a un «desorden» o «trastorno«.

Los desórdenes ocurren cuando una planta carece de suficiente alimento o agua o cuando crece en condiciones adversas, como excesivo frío o calor, viento o sol, si se cultivan a la sombra cuando prefieren el sol o si el sustrato de las raíces es pobre.

Los desórdenes son muy habituales y si no se soluciona rápidamente el problema subyacente, a menudo, conducen al desarrollo de enfermedades o ataques por parte de plagas que se apoderan de la planta debilitada.

La carencia de nutrientes

La falta de nutrientes es menos habitual de lo que se podría pensar. La mayoría de los suelos de jardines cuidados ha recibido nutrientes durante años, completando sus niveles de potasio y fósforo.

Sin embargo el nitrógeno puede faltar, ya que es fácilmente arrastrado por el agua. Su falta conduce a unas hojas pálidas y un crecimiento enfermizo y puede remediarse aplicando un fertilizante rico en nitrógeno.
La materia orgánica, como el compost o estiércol, mezclada con la tierra antes de plantar o utilizada como acolchado, también aumentará los niveles de nitrógeno.

La carencia de agua

La falta de agua es la causa más habitual de desorden y produce un crecimiento y una floración disminuida o una carencia de nutrientes, además de favorecer los ataques de Mildiu pulverulento.
Sin un adecuado suministro de agua ni un crecimiento vigoroso de las raíces, a las plantas les cuesta atrapar suficientes nutrientes, como el magnesio, que absorben de la tierra en forma de lluvia.

Durante las épocas de sequía prolongada, las plantas pueden desarrollar tintes otoñales y perder sus hojas.

Las plantas leñosas bien establecidas poseen raíces suficientes para sobrellevar estos períodos de sequía y se recuperan en cuanto vuelve a llorar. El césped se vuelven marrón pero las yemas vivas rebrotan rápidamente en cuanto se rehidrata.

Las plantas con un sistema radicular limitado, como las anuales y las perennes herbáceas, son más vulnerables y pueden necesitar medidas de emergencia. Hay que podar los tallos marchitos, eliminar las hojas muertas y regar bien la planta. Pronto aparecerán nuevas yemas y tallos.

Los trastornos de las raíces

las plantas recién plantadas, sobre todo los árboles, arbustos y trepadoras, son especialmente vulnerables a la sequía y a la falta de nutrientes. Hay que regar bien y con regularidad las plantas nuevas.

El las raíces es más insidioso. Las raíces sufren cuando la tierra se encharca, se seca o se queda sin aire.

Los primeros signos de problemas en las raíces pueden aparecer en el follaje. Cuando las raíces están demasiado secas las hojas más alejadas, las más vulnerables a la perdida de humedad se ponen marrones, sobre todo en los bordes. La sequía también hace que a menudo la corteza de la base de los tallos se pudra y muera, aunque también puede ser indicativo de una enfermedad de las raíces: la armilaria de color miel.

Si las raíces están muertas o dañadas, las probabilidades de supervivencia de la planta serán muy pocas pero, si están sanas, puede que la planta se salve con regarla.

Los bajos niveles de luz

Las plantas de sol cultivadas a la sombra desarrollan hojas y tallos amarillos o pálidos y una la falta de crecimiento. Las plantas y las plántulas pueden crecer altas y espigadas, y carecer de vigor. La única solución sería trasladar la planta a un lugar donde reciba la cantidad adecuada de luz.

El Daño químico

A veces, los responsables de los desórdenes de las plantas somos nosotros mismos como jardineras. Los herbicidas son útiles pero pueden causar mucho daño.

A no ser que se laven escrupulosamente, las regaderas y los pulverizadores pueden contener restos de herbicidas, que matan a nuestras plantas favoritas si se utilizan después para aplicar algún fungicida o para regar.

Algunas plantas también pueden recoger trazas de herbicidas aplicadas al césped próximo y hay que tener mucho cuidado al pulverizar las malas hierbas cercanas a las plantaciones ornamentales. El daño más grave se evidencia menudo recién en la primavera siguiente.

Las quemaduras provocadas por la sal

La sal para evitar que se hielen los caminos y las carreteras pueden dañar las raíces de las plantas de las proximidades, matándolas o frenando su crecimiento.

Cerca de la costa, el salitre es llevado por la brisa y puede quemar el follaje de las plantas sensibles, dejando manchas marrones sobre las hojas. En este caso, el daño provocado por la sal es bastante sencillo de diagnosticar: será mucho más grave en el lado de la planta de cara al viento.

Lo mismo ocurre con las quemaduras por el sol, con el daño provocado por el viento de los vendavales del invierno y con los efectos de las tormentas de verano sobre el follaje.

Lista de trastornos fisiológicos de las plantas

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