El Clima y las Plantas

La influencia entre el clima y las plantas No sólo los humanos tenemos frío o calor ni tampoco somos los únicos a quienes le molesta el viento o la lluvia fuerte. Nuestras plantas, al igual que el planeta, se ven afectadas y modificadas por las condiciones del clima. Aprender y entender la relación entre el […]
el clima y las plantas

Redacción: Silvana M

Actualizado: 07/12/2023

La influencia entre el clima y las plantas

No sólo los humanos tenemos frío o calor ni tampoco somos los únicos a quienes le molesta el viento o la lluvia fuerte. Nuestras plantas, al igual que el planeta, se ven afectadas y modificadas por las condiciones del clima.

Aprender y entender la relación entre el clima y las plantas, las diferentes zonas climáticas, así como los diferentes elementos que las componen, nos ayudará a ser mejores jardineros dado que podremos protegerlas cuando sea necesario o colocarlas en determinadas ubicaciones más propicias para su desarrollo.

Las Zonas Climáticas Principales

El clima mundial puede dividirse en cuatro zonas amplias pero claramente definidas; éstas son tropicales, desérticas, templadas y polares.

? Tropical: Los climas tropicales se caracterizan por sus altas temperaturas y lluvias intensas, a veces estacionales, y sostienen una vegetación siempre verde y frondosa.

? Templada: Las regiones templadas tienen esquemas diarios cambiantes, pero en general, las lluvias están distribuidas de manera uniforme a lo largo del año y las temperaturas son menos extremas que en los trópicos o en los desiertos; las plantas caducas son más comunes que la siempre verdes ya que están mejor adaptadas a estas condiciones.

? Desértica: Los climas desérticos tienen temperaturas medias diurnas de más de 38 °C pero a menudo noches muy frías, con una lluvias anuales de menos de 25 cm; en estas condiciones, sólo sobreviven las plantas adaptadas como los cactus.

Polar: Las regiones polares experimentan fríos extremos, vientos fuertes y pocas lluvias, de manera que muy pocas plantas se pueden desarrollar.

Además de estas cuatro zonas amplias, también se reconocen otras intermedias, comprendiendo las subtropicales y las mediterráneas, entre otras.

Pero más allá de esta agrupación más general, las condiciones específicas dentro de las zonas climáticas también están determinadas por factores geográficos como la latitud, la altura y la proximidad del mar, que aumenta las lluvias y modera la temperatura. Estas variaciones hacen que muchas veces distingamos plantas específicas para clima continental, seco, oceánico o mediterráneo, entre otros.

¿Qué son las zonas de Rusticidad o USDA?

Zonas de rusticidad USDA Planisferio

Las zonas USDA fueron creadas por el departamento de agricultura de los Estados Unidos (de allí vienen las siglas) y mide lo que en inglés se denomina “hardiness zones” y que al español se ha traducido como “zonas de rusticidad”. El principal parámetro que toma esta escala, es la temperatura mínima en la época invernal que la planta puede soportar al ser cultivada en el exterior.

Resumiendo, la zona de rusticidad determina que temperatura mínima puede soportar determinada planta antes de morir y nos da una idea de la zona climática ideal en la cual esta planta se desarrollará de manera óptima.

Los jardines según el clima y las plantas

  • Jardín clima frio
  • Jardín clima templado
  • Jardín clima continental
  • Jardín clima mediterráneo
  • Jardín clima cálido
  • Jardín clima seco
  • Jardín clima tropical
  • Jardín clima subtropical
  • Jardín clima oceánico
  • Jardín clima de montaña
  • Jardín clima semidesértico
  • Jardín clima desértico

Los elementos climáticos y como influyen en las plantas

La influencia del clima en nuestras plantas no sólo es notoria en el mismo crecimiento de las especies sino también en las diferentes técnicas de cultivo que debemos aplicar.

Los diferentes elementos climáticos presentes en esta influencia son: la temperatura, las heladas, la nieve, la humedad, el sol y el viento. De todos estos elementos, la temperatura es generalmente considerado el factor más importante, ya que no sólo determina la elección de las plantas que podremos cultivar sino que además marca la extensión de la estación en que la planta se desarrollara.

Temperatura

la temperatura y las plantas

Los procesos vitales de las plantas, como la fotosíntesis, transpiración, respiración y desarrollo están afectados por la temperatura de manera significativa.

Cada una de las especies tiene una temperatura máxima y mínima más allá de las cuales estos procesos no podrían llevarse a cabo. La mayoría de las plantas soporta una temperatura máxima de unas 35 °C, mientras que la temperatura mínima es muy variable.

En los lugares donde se dán temperaturas extremadamente bajas, el tejido de las plantas pueden destruirse físicamente; lo veremos más adelante cuando hablemos de los períodos de congelación y deshielo.

Los factores climáticos más importantes que influyen en el comienzo e interrumpen la inactividad de las plantas son la temperatura del aire y del suelo, que a su vez determinan la duración de la estación de crecimiento.

La temperatura del aire.

La luz del sol produce la energía que eleva la temperatura ambiente, o temperatura del aire, de manera significativa. En climas templados y más frescos, un emplazamiento protegido, que se beneficia de los efectos entibiadores del sol, servirá para cultivar plantas de regiones más cálidas que de otro modo no prosperarían.

La altura también tiene un efecto importante sobre la temperatura ambiente: dada la misma latitud, los lugares elevados son más frescos que los lugares más bajos, por cada 300 m más de altura, la temperatura desciende 0,5 °C. Es por esto que los terrenos elevados tienen una estación de desarrollo más corta la que, junto con las temperaturas más frescas, afecta la gama de plantas cultivables.

La temperatura del suelo.

La temperatura del suelo es importante para un desarrollo sano y bueno de las raíces y además afecta la capacidad de las plantas de absorber el agua y los nutrientes del suelo.

Esta variable de la temperatura del suelo se hace muy presente cuando hacemos semilleros, ya que tanto la germinación como el desarrollo de las plántulas se ven muy afectadas.

La velocidad a la que el suelo se calienta y que la temperatura es mantenida durante el año, dependen del tipo de suelo y la orientación del terreno. Por ejemplo, los suelos arenosos se calientan antes que los de arcilla y los suelos fértiles y bien drenados permanecen tibios más tiempo que los compactados e infértiles.

Las zonas con una inclinación natural ligera hacia el sur se calientan mucho más rápido en primavera porque aprovecha mejor el sol que los terrenos planos orientados hacia el norte. Por lo tanto, resultan ideales para cultivar hortalizas tempranas. Por otro lado, las laderas orientadas hacia el norte permanecen relativamente frescas y servirán para cultivar plantas que prosperan en condiciones más frescas.

Los períodos de inactividad

Las temperaturas del suelo y del aire son los factores más importantes implicados en el comienzo y la interrupción de la actividad de nuestras plantas.

Las plantas se vuelven inactivas para limitar su exposición al clima invernal y la mayoría tiene al menos un período corto de inactividad completa. Muchas plantas leñosas pierden las hojas en otoño para evitar una transpiración excesiva, mientras que la mayoría de las plantas herbáceas y bulbos se extinguen por completo en invierno y permanecen inactivas bajo el suelo.

Heladas

las heladas y las plantas

Las heladas son un gran peligro para la jardinería y se las considera más cruciales que la temperatura mínima promedio de la zona.

Una helada severa inesperada tiene implicaciones serias; incluso las plantas resistentes pueden ser vulnerables a temperaturas inusualmente bajas, en especial después de producir desarrollos nuevos en primavera.

Las heladas se producen cuando la temperatura cae bajo cero de una manera consistente y puede adoptar varias formas:

  • En una helada blanca, se forman cristales de hielo a partir de agua condensada de una atmósfera húmeda;
  • Las heladas negras ocurren con más frecuencia en una atmósfera seca y ennegrecen las hojas y los tallos de las plantas.
  • Las heladas terrenas ocurren cuando la temperatura del suelo cae bajo cero; la profundidad de la penetración de las heladas terrenas depende de su intensidad y duración.

Las noches claras y tranquilas, cuando el aire frío se acumula encima del nivel del suelo, son particularmente peligrosas. Los que corren mayores riesgos son los árboles, arbustos y trepadoras cuyo tejidos leñosos no han madurado (no se han endurecido) bien, generalmente a causa de falta de sol y calor en otoño.

El riesgo de las heladas primaverales en cualquier zona determina la fecha después de la cual se pueden plantar afuera o sembrar las plantas no resistentes, como crisantemos, judías, tomates, dalias y plantas de macizos vivaces y resistentes, y el comienzo de las heladas de otoño determina el final de su estación de desarrollo. Si quieres conservarlas de un año para el otro, debes colocar las plantas no resistentes en el interior o proporcionarles una protección adecuada.

Bolsas de heladas y daños por heladas

En los lugares donde un aire denso y frío fluye hacia abajo, tienden a acumularse bolsas de heladas y quedarán atrapadas; por lo tanto, cualquier valle o un hueco es una bolsa de heladas en potencia. Se acumula aire frío en el hueco, aumentando la zona de daños potenciales al subir por las laderas inclinadas del valle.

Las barreras densas formadas por árboles establecidos o setos a lo largo de las laderas pueden obstruir el paso del aire frío a lo largo de la misma, pero delante de ellos se formarán bolsas de heladas. El problema puede evitarse entre-sacando o eliminando los árboles o setos para permitir el paso del aire frío.

Cuando el suelo se congela, ya no hay agua disponible para las raíces de las plantas. Los árboles de raíces profundas no se ven afectados por heladas severas, ya que sus raíces penetran más allá de la línea de heladas, pero las plantas de raíces menos profundas, como los pequeños arbusto siempre verdes, podrían no ser capaces de reponer la humedad perdida a través de la transpiración continua.

Las heladas terrenas severas también causan que las plantas recién plantadas o de raíces poco profundas se levanten o eleven fuera del suelo; en este caso deberemos afirmarlas nuevamente con cuidado apenas comience el deshielo.

La buena noticia es que se pueden reducir los riesgos de daños por las heladas cuando conservamos nuestras plantas en el exterior; para aprender más sobre ello te recomiendo leer: Como proteger las plantas de las heladas y el viento

Heladas y deshielos

Las heladas en sí mismas no siempre ocasionan grandes daños a las plantas, pero las heladas y deshielos alternados si. La savia helada en las células se expande con el deshielo, destruyendo las paredes celulares de las plantas y matando aquellas que no son resistentes.

Las flores, brotes, vástagos y hojas de las plantas más resistentes también pueden dañarse al comenzar el deshielo y a veces incluso las raíces resultan afectadas. En casos de heladas severas, la corteza de algunas plantas leñosas incluso puede partir.

Las heladas severas repetidas, seguidas por deshielos rápidos y el anegado del suelo subsiguiente ocasionan el mayor daño las raíces. Las heladas tardías en primavera son particularmente dañinas para el desarrollo de los nuevos brotes, ocasionando un ennegrecimientos de las hojas y daños a los capullos y las flores.

La duración de las heladas también está relacionada con la cantidad de los daños ocasionados: una temperatura de -3 °C durante un cuarto de hora no causaría daños, mientras que la misma temperatura mantenida durante tres horas podría tener como resultado una pérdida substancial.

Heladas como ayudas al cultivo

A pesar del peligro para las plantas, las heladas a veces pueden proporcionar beneficios al cultivo. Por ejemplo, el agua del suelo se expande al congelarse, rompiendo los terrones en partículas de tierra mucho más pequeñas; esto resulta muy útil para suelos de arcilla, que de otro modo podrían ser incultivables. Las temperaturas terrenas bajas también reducen el número de algunas plagas que viven en el suelo

Nieve

la nieve y las plantas

Cuando la temperatura atmosférica desciende (pero no cae por debajo de los 0 °C), gotitas de agua se congelan en nubes o lluvia y pueden caer en forma de nieve.

Durante el deshielo, las nevadas aportan agua y a menudo proporcionan un valioso aislamiento para las plantas; un manto de nieve evita que las temperaturas del suelo desciendan más allá de los 0°, aunque la temperatura del aire pueda descender más allá de este punto.

Una nevada severa, seguida de heladas intensas, puede dañar los vástagos y las ramas. Elimina las capas espesas de nieve de las plantas vulnerables en la medida de lo posible.

Precipitaciones

la lluvia y las plantas

El agua es el elemento principal de la savia de las células y es vital para la fotosíntesis: el complejo sistema por el que el dióxido de carbono y el agua se convierten en tejidos vivos de las plantas. La fotosíntesis también es fundamental para la transpiración, por medio de la cual la planta permanece turgente y los nutrientes son transportados a través de ella. La respiración, la germinación de semillas y el desarrollo subsiguiente de raíces, vástago, hojas, flores y frutos también dependen de buenas existencias de agua.

Para las plantas cultivadas en el exterior, la lluvia es la principal fuente de agua. Se pierde una gran parte de las precipitaciones a través de la evaporación y el drenaje, pero la humedad que se acumula en el suelo es absorbida por partículas de tierra o queda en forma de película delgada alrededor de estas.

El agua y los nutrientes esenciales, que se absorben como solución, después se extraen del suelo por los capilares de las raíces de las plantas. Para un desarrollo óptimo, las plantas requieren una existencia regular de agua. Sin embargo, las precipitaciones son variables, tanto en regularidad como en cantidad.

Anegado

En terrenos mal drenados, una acumulación de agua conduce al anegado. La mayoría de las plantas es capaz de sobrevivir a un chaparrón intenso ocasional, pero en los casos en que el anegado se prolonga, las raíces pueden morir por asfixia, salvo en el caso de plantas especialmente adaptadas como las plantas acuáticas marginales, cipreses de pantano y los sauces.
En los emplazamientos permanentemente anegados, la mayoría de las plantas no se establecerán, salvo que se mejore el drenaje.

Sequía

El desarrollo de las plantas se ve restringido con más frecuencia por falta de agua que por un exceso. La sequía durante el verano, cuando las temperaturas y la luz del sol alcanza sus niveles máximos, son un problema habitual.

La primera señal externa de la sequía es el marchitamiento; las funciones de la planta se hacen más lentas hasta que haya más agua disponible y la pérdida de agua a través de la transpiración se reduce por medio de la oclusión parcial de las tomas en la superficie de las hojas.

Las plantas originarias de regiones de bajas precipitaciones a menudo disponen de adaptaciones especiales, como hojas velludas, pegajosas, lustrosas, pinchudas, estrechas o carnosas que ayudan a reducir la pérdida de agua a través de la transpiración. Los cactus y otra suculentas, que tienen tejido conservador de agua en sus hojas, tallos o raíces, pueden sobrevivir a períodos extensos de sequía.

El suelo

En zonas de precipitaciones bajas, existen varias técnicas para aumentar la cantidad de agua disponible para las plantas, como la eliminación de malezas, la aplicación de un mulching y el aumento del contenido de tierra negra incorporando materia orgánica. Además, las plantas aprovechan más las precipitaciones si se las cultiva en una situación abierta, alejadas de edificios, verjas y árboles, que producen zonas de sombra.

Las lluvias torrenciales pueden dañar la estructura del suelo, pero los peores efectos pueden evitarse cultivando en terrenos bien drenados. Donde sea imposible, el drenaje puede mejorarse excavando a fondo o instalando ayudas artificiales.

Humedad

la humedad y las plantas

Los niveles de humedad se determinan por la cantidad o proporción de vapor de agua en la atmósfera y el contenido de humedad del suelo.

El punto en el que el aire se satura varía según el sol, la temperatura y el viento. En general uno se refiere a la humedad atmosférica como «humedad relativa», que es la cantidad de vapor de agua presente en el aire expresada como porcentaje del punto de saturación.

Efectos de la humedad

En las zonas de precipitaciones elevadas, la humedad atmosférica es alta. Algunas plantas prosperan en condiciones muy húmedas por ejemplo los helechos y musgos. Si fuera necesario, se puede aumentar la humedad humedeciendo, valga la redundancia, el suelo alrededor de las plantas. Esto también resulta muy valioso al propagar plantas, a fin de reducir la pérdida de agua por transpiración.

Sin embargo, una humedad relativa alta puede tener efectos negativos: las enfermedades fúngicas, por ejemplo el moho gris, prosperan en las condiciones creadas por la alta humedad.

Luz Solar

el sol y las plantas

La luz solar aporta la energía para elevar la temperatura y humedad del suelo y del aire, y ocupa un papel principal en la estimulación del desarrollo de las plantas.

En la mayoría de las plantas, la luz solar y las temperaturas altas consiguientes estimulan el máximo desarrollo de crecimientos nuevos, flores y frutos. Un verano soleado también ayuda a que las plantas aumenten mucho su capacidad de almacenar alimentos y afirmar el tejido protector.

La extensión de Día

La duración de la luz diurna durante un periodo dado de 24 horas está determinada por la latitud y la estación y afecta la floración y fructificación de algunas plantas, como la fresa, el kalanchoe y los crisantemos. Los días «cortos« tienen menos de 12 horas de luz diurna, mientras que los «largos» tienen más de 12.

Por medio de la iluminación artificial o eliminando la luz natural, es posible manipular los momentos de floración de las plantas sensibles a la extensión del día.

Respuesta de las plantas a la luz solar

Las plantas siempre crecen en dirección a la luz solar: un arbusto situado cerca de una pared, por ejemplo, desarrollará más vástagos y follaje del lado más alejado de la pared. Del mismo modo, las plantas expuestas a una iluminación localizada o pobre, se estiran al intentar alcanzar la luz. En algunas plantas, la intensidad de la luz dicta el momento de apertura de las flores por ejemplo, Ornithogalum umbellatum sólo abre sus flores en buenas condiciones lumínicas.

Sol o sombra

La mayoría de plantas frondosas requieren la máxima cantidad de luz para lograr un desarrollo óptimo. Algunas plantas de jardín prosperan en la luz solar directa, mientras que otras no la toleran.
Todas las plantas semi resistente, la mayoría de frutos y hortalizas, las rosas y las plantas de origen mediterráneo prosperan en la luz solar directa. Por otro lado, muchos Rododendros prefieren algo de sombra, mientras que las hiedras y las hierbas doncella tienden a prosperar en zonas muy sombreadas.

Luz solar excesiva

La luz solar intensa puede quemar la flores y hojas de las plantas, en especial si han sido regadas recientemente. También puede partir los frutos o las cortezas de arbustos y árboles. Para evitar que estos problemas ocurran, elige siempre un emplazamiento adecuado al plantar y proporciona sombra artificial para plantas vulnerables en verano, muy especialmente en invernaderos y cajoneras.

Viento

el viento y las plantas

El viento daña las plantas y su medio ambiente con frecuencia, pero también ofrece algunos beneficios: juega un papel importante en la dispersión del polen y de las semillas y también puede servir para refrescar las plantas, a condición de que tengan el agua suficiente como para evitar resecarse; además, los vientos suaves evitan la creación de atmósferas estancadas y desalientan enfermedades de plantas que de otro modo podrían prosperar.

El viento puede desalentar la presencia de insectos benéficos y dificultar el control de plagas, enfermedades y malezas: el rociado es peligroso en condiciones ventosas porque el rocío flota acercándose a otras plantas. Sin embargo, muchos problemas más serios son causados por el viento, aunque existen varios modos de proteger las plantas.

Daños causados por vientos

Si las plantas leñosas están constantemente expuestas a vientos fuertes, su desarrollo superior se desequilibra, confiriéndoles un aspecto unilateral. Los extremos expuestos de las ramas también son propensos a sufrir daños o a ser quemados. Los árboles que crecen en colinas y en emplazamientos costeros expuestos son un ejemplo de este tipo de daño.

Vientos fuertes y ventarrones

Cuanto más alta sea la velocidad del viento, más daños ocasiona. En vientos fuertes, los vástagos y los tallos de las plantas pueden romperse y, durante ventarrones, los árboles pueden resultar arrancados o su sistema de raíces quedar seriamente debilitado. Los vientos fuertes también pueden causar daños a invernaderos o verjas a ciertas estructuras del jardín. En suelos arenosos o de turba, el viento puede ocasionar erosión.

Efectos de la topografía

La severidad del viento dependen gran medida de la topografía.
Los emplazamientos costeros a menudo carecen de protección natural contra los vientos cargados de sal provenientes del mar.
Los emplazamientos en las cimas de colinas pueden ser igualmente expuestos, porque el viento sopla por encima y alrededor de la colina, ocasionando una turbulencia adicional.

Los embudos de viento se generan por la canalización del aire entre caras de colinas y a lo largo de los valles, a través de los pasillos de árboles establecidos o entre edificios adyacentes. Como resultado, el viento y la velocidad se refuerzan considerablemente, de manera que evita plantar en estas zonas.

Los rompevientos son un sistema eficaz para proteger contra el viento. Pueden ser tanto artificiales, como verjas o mamparas, o naturales, como setos de árboles o arbustos.

Funcionamiento de un rompevientos

Sea cual fuere el tipo de rompevientos utilizado, debe ser permeable en un 50%. Las barreras sólidas desvían el viento hacia arriba, produciendo una zona de baja presión directamente detrás de ellos, lo que absorbe el aire hacia abajo, creando una turbulencia adicional.

Las verjas o mamparas deben tener hasta 4 m de altura para proporcionar la máxima protección cuando se usan como límite del jardín, pero pueden medir sólo 50 cm para plantas de desarrollo bajo, como fresas y hortalizas.

Microclima

el microclima y las plantas

Las diferencias topográficas a menudo significan que el clima local puede variar respecto al de una zona climática. Un emplazamiento dentro de un hueco o depresión natural puede ser relativamente tibio y estar protegido del viento; por otra parte, si el hueco está sombreado será bastante fresco.

Las precipitaciones pueden ser menores en jardines situados a sotavento con respecto a un terreno elevado, que otros de la misma localidad pero situados a barlovento.

El jardín y sus plantas también adaptan el clima local e introducen elementos que dan lugar a un microclima específico del jardín; este puede ser bastante diferente del de la zona circundante.

Aprovechamiento del microclima

Para alterar el microclima de un jardín, podemos adaptar ciertos elementos con facilidad para proporcionar condiciones específicas. Por ejemplo, el suelo en macizos en relieve o inclinados orientados hacia el sol se calentarán con rapidez en primavera, generando condiciones ideales para cultivos tempranos de flores. Si el suelo tiene un buen drenaje, se puede utilizar la misma zona para plantas que prefieren condiciones secas.

Las verjas y muros orientados al sol son sitios excelentes para cultivar trepadoras no resistentes, arbustos de muro y frutales guiados, ya que estarán al sol la mayor parte del día; también absorben una gran cantidad de calor, que después se transmite a las plantas, lo que mejora la floración y fructificación.

Protección contra el viento

Una hilera de árboles o una verja ofrece una zona protegida para plantas que de otro modo podrían sufrir daños por el viento. Las condiciones de desarrollo a cada lado de un rompevientos de esta naturaleza serán diferentes el suelo cerca de un seto o verja a sotavento raramente recibirá lluvia y también quedará excluido del efecto entibiador del sol.

Zonas sombreadas

Las zonas de sombra en el jardín debajo de copas de árboles, setos o arbustos grandes reciben la misma iluminación que en un bosque natural y son aptas para plantas que disfrutan de un medio ambiente como este. Si necesitas una sombra más pronunciada, se pueden cultivar plantas contra muros orientados al norte, aunque estos emplazamientos pueden ser más fríos.

Un jardín de pantano

Los márgenes de un estanque o arroyo o una parte baja del jardín, pueden utilizarse para crear las condiciones pantanosas en las que prosperan las plantas amantes de la humedad.

Invernaderos y cajoneras

Simples invernaderos, cajonera si campanas, tendrás un control completo sobre los elementos, lo que permite generar una variedad de microclimas en un espacio pequeño.

Nota: incluso en los jardines más pequeños existen diversos microclimas de cultivo diferentes en potencia. Los elementos naturales generan sus propias áreas microclimáticas y las herramientas del jardín pueden aprovecharse o manipularse en la medida necesaria, para proporcionar las condiciones que disfrutan las plantas de regiones diferentes.

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