La zamia es un arbusto o planta tropical que se asemeja a una palmera y al mismo tiempo, a un helecho, se encuentra principalmente usada en interiores. Su naturaleza tropical limita su uso en nuestros jardines y balcones.
La zamia pertenece a la familia Zamiacae.
Originaria de México, de las arenosas y cálidas llanuras costeras, se le llama comúnmente por su nombre en latín zamia.
Los norteamericanos suelen llamarla «Palma de cartón», o «palmera de cartón».
Es un arbusto con follaje persistente, velludo, duro, más o menos verde oscuro. Las hojas
perennes pueden ser dentadas en la parte superior.
Su porte es erguido, como buscando el sol, o puede tener una inclinación horizontal cuando está a la sombra.
El tronco de la zamia, generalmente simple, es corto y subterráneo. Su diámetro puede alcanzar los 20 cm. Esta planta no produce flores sino piñas. Es dioica, es decir, da piñas femeninas a semillas rojas y piñas masculinas en plantas separadas.
Crece lentamente, especialmente en el primer año; en la madurez, mide entre 0,40 m y poco más de 1 m.
La zamia es ampliamente utilizada como planta en interiores, en invernaderos o galerías. Su cultivo al aire libre o en una maceta es posible para algunas especies, en las regiones mediterráneas, más cálidas.
Se utiliza en macizos, cubiertas de suelo, terrazas y balcones.
No obstante, dado que la planta se hiela, se debe tener cuidado de protegerla si las temperaturas se vuelven demasiado frías. La especie Zamia furfurácea se puede cultivar fácilmente en bonsái.
Atención: toda la planta es peligrosamente tóxica para los humanos y los animales. Ella contiene cycasina y macrozamina, dos sustancias neurotóxicas.
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